Escrito de Idelfonso

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 Escuela “Mi Coliseo”
(Rivalidades en las Escuelas)

Idelfonso Moreno, Ph. D.
iiimoreno@yahoo.com
30 de marzo de 2011

En El Gladiador las rivalidades son parte del acontecer diario; se manifestaban constantemente y de maneras diferentes.  Les muestro solo una, la que se mantuvo a través de toda la trama:  la rivalidad entre Máximo y Cómodo.  Aunque ambos, sin ser hermanos de sangre, se relacionaron desde muy jóvenes y fueron reconocidos como hijos por el mismo padre, desarrollaron una rivalidad destructiva que les llevó a un desenlace fatal.  Para que haya rivalidad se necesita al menos dos partes.  En el ejemplo mencionado, es evidente que la rivalidad surge y florece en Cómodo, quien ve en Máximo (el Spanyol) al enemigo que le impide consolidarse como Emperador de Roma.  En consecuencia, decide que la muerte de Maximus le permitirá mantenerse en el poder y disfrutarlo.

En los centros educativos suceden cuestiones muy similares.  Pudiera darse situaciones en la que dos o más docentes, padres de familia, estudiantes o directivos, por hechos inesperados que alguna de las partes procesa en forma inapropiada, se convierten en rivales irreconciliables.  Cuando alguna rivalidad emerge es difícil de ser erradicada, borrada.  A veces, ni la psiquiatría logra que los hechos de estas enemistades puedan ser suprimidos de la conciencia.  A lo mejor se puede lograr que las partes rivales aprendan a convivir pacíficamente, cuando se encuentran en el centro educativo.  Usualmente esta convivencia pacífica existe porque las partes establecen y practican una cultura de la indiferencia, que les posibilita cumplir con sus deberes escolares, aunque en su esencia la rivalidad se mantiene.

También es posible encontrar a actores con agendas insanas que constantemente tratan de reforzar, alimentar la rivalidad entre las partes.  Estos actores, por supuesto, son malas personas.  Lo que se espera en los centros educativos, es lo contrario.  Se espera que tan pronto una rivalidad se presente, los actores no sumergidos en ésta, se conviertan en personas que contribuyen a que ésta no aumente.  Buscan, mediante la aportación de ideas y la ejecución de eventos específicos, que ésta se atenúe y eventualmente decline y se extinga.  Algunas rivalidades, en su apogeo, pueden ser vistas como de corta duración.  Sin embargo, otras pueden perdurar muchos años o, mejor dicho, toda la vida.  Por ejemplo, rivalidades alrededor de una competencia estudiantil puede ser pasajera.  No obstante, las rivalidades entre docentes y padres de familia, que han surgido por malos manejos financieros, pueden durar para siempre.  El otorgamiento de becas a estudiantes que, según una de las partes, no debieron ser los beneficiados porque no gozaban de los méritos académicos, son eventos conducentes a rivalidades escolares aterradoras.

Toda rivalidad afecta el éxito institucional y a las personas que trabajan y estudian en el plantel.  Los directores escolares deben conocer de las rivalidades, saber sobre sus orígenes, estar informado de la evolución y del estado presente de las mismas.  Intentar ignorar las rivalidades no favorece nada.  La mejor conducta del director o directora es aceptar que éstas existen, que pudieran extinguirse lentamente o emerger repentinamente.  En todo caso, las escuelas son artefactos culturales creados por el ser humano, en las que se reflejan las imperfecciones y bondades de los docentes, directivos, estudiantes, administrativos  y padres de familia.  Buscar guía espiritual para no caer en rivalidades es siempre una buena idea.